lunes, mayo 31, 2010

Es noticia en todos los periódicos económicos

PELIGROSO ACCIDENTE INTERRUMPE DURANTE VARIAS HORAS EL TRÁFICO DE INFLUENCIAS

Un cortocircuito originado en la sede de una destacada delegación de la administración estatal provocó en el día de ayer un colapso en el tráfico de influencias. Aunque sus causas aún nos han sido aclaradas las autoridades aseguran que expertos trabajarán sin descanso a fin de que el flujo sea restablecido en la mayor brevedad.

lunes, mayo 24, 2010

Fin; David Monteagudo


"Fin", la ópera prima de David Monteagudo publicada por Acantilado, ha sido una de las últimas sorpresas literarias en nuestro país, ésas que se cuentan con los dedos de una mano. Se trata de una novela que ofrece una hábil mezcla de géneros: ciencia ficción (versión apocalíptica) e intriga, con ecos variados que van desde Alien a Los diez negritos pasando por Los amigos de Peter y La carretera.


Monteagudo ofrece en ella una visión ciertamente cruda de la existencia -la vida como un ejercicio de impotencia- en la que las personas se extravían en sus propias mezquindades. El ser humano como un ente indefenso, inerme, ante fenómenos que no alcanza a entender pero que amenazan su supervivencia.


La trama gira en torno a un grupo de viejos amigos que, después de mucho tiempo organizan un reencuentro en un paraje remoto coincidiendo con el instante en el que alguien o algo parece desconectar el enchufe que da vida al género humano. Su temporal aislamiento alimenta su perplejidad y sus dudas a la hora de intentar reincorporarse a un mundo real que ha dejado de existir.


A los viejos amigos sólo parece unirles el recuerdo, la ausencia y, sobre todo, el peso de la culpa, a través del amigo ausente con el que en su día no se portaron bien y a quien atribuyen la responsabilidad de su desdicha a modo de venganza. Los personajes están bien trazados, lo bastante explicitados cada uno de ellos como para distanciarse del efecto de una novela coral. La intriga está administrada con sabiduría, más aún tratándose de una primera novela.


En definitiva, el mérito de Monteagudo reside en haber escrito una obra segura de sí misma, que no ofrece resquicios, que no deja lugar a la esperanza, que empequeñece al género humano y rehuye a conciencia cualquier aliento de trascendencia. Y, aún así, se lee con la fruición propia de un thriller.

domingo, mayo 23, 2010

Un campeón ¿italiano?


Veía ayer la final de la Copa de Europa -me resisto a decir Champions, ese anglicismo inútil que nos han impuesto- ganada por un equipo de evidente factura italiana y constataba que el único jugador transalpino saltaba al campo cuando faltaba un minuto para que concuyera el encuentro. Los había argentinos de ascendencia -eso sí- italiana, brasileños, eslavos, rumanos, cameruneses, holandeses. El entrenador, por su parte, era portugués. Extraños tiempos estos en los que un equipo típicamente italiano se forja con materiales de medio mundo. Al menos, cabe pensar que entre ellos se comunicarán en la lengua de Dante, pero puede que ni eso. Dicen que a los jugadores de los equipos campeones les basta con mirarse para entenderse.

viernes, mayo 14, 2010

¿Estado de derecho o de derechas?


Por fin se cobraron la pieza: ¿Estado de Derecho o Estado de Derechas?

martes, mayo 11, 2010

Falling Man

Aunque suelo reservar las reseñas literarias para la web http://www.espacioluke.com/ a veces se me acumulan. De ahí que incluya aquí la relativa a "Falling Man", la novela de Don DeLillo dedicada al atentado del 11S:



Algunos escritores con vitola de oportunista -pensemos, por ejemplo, en Frederic Beigbeder y su Windows of the World- no dudaron en lanzarse al ruedo -al vacío sería emplear una metáfora demasiado siniestra-, pero a la literatura le conviene dejar pasar un tiempo prudencial antes de abordar un fenómeno que ha tenido un impacto real, más aún si se trata de un evento de la magnitud de atentado del 11S contra las TorresGemelas de Nueva York.




No es posible asimilar, determinar el verdadero alcance, las consecuencias de un acontecimiento de semejante calibre -encontrarle sentido quizás sea una tarea imposible pese a su brutal inserción en la realidad- sin la perspectiva que ofrece el paso del tiempo. Y muchas veces ni aún así. Por ello uno está tentado a pensar que un periodo de seis años -es el intervalo que media entre el atentado y la publicación de la novela Falling Man- no resulta suficiente ni siquiera para escritores con el talento y la perspicacia de Don DeLillo.



Y es que una de las virtudes de DeLillo es su capacidad para registrar las corrientes alternas, las ondas subliminales que envuelven y dotan de sentido a fenómenos de apariencia más o menos banal, como si a la hora de desentrañar el misterio de un ser vivo en gestación entendiera que en lugar de en el feto las claves residieran en la placenta que lo acoge. Así, el responsable de White Noise o de Underworld parece un autor idóneo a la hora de poner el foco en el alcance de lo que aconteció en Nueva York durante aquella soleada mañana de septiembre.



La lectura de Falling Man deja, sin embargo, cierto regusto a ocasión desperdiciada. Aunque podemos entender, empatizar con la crisis emocional, con el extravío existencial al que se ven sometidos sus personajes, no resulta fácil asociar sus cuitas al atentado. Es más bien como si ése se entremezclara o, a lo sumo, destapara, exacerbara, unas carencias que ya estaban allí.



Pero lo que en última instancia lastra el loable empeño de DeLillo es la fallida metáfora construida alrededor del personaje que da título a la novela. Se trata de un artista o performer que sin previo aviso simula arriesgadas caídas, siempre desde lugares elevados, en espacios públicos de la ciudad de Nueva York, como una evocación de aquellos trabajadores que arrastrados por la desesperación se lanzaron al vacío desde los pisos más altos de las Torres Gemelas. Si acaso, las representaciones de El hombre en caída libre producen en el lector extrañeza e incomprensión, sensaciones que al abordar la lectura del libro éste, quizás ingenuamente, confiaba en empezar a dejar atrás. Al terminar la lectura la sensación de absurdo pervive y uno no puede por menos que preguntarse si sus expectativas al abordarla eran fundadas.

martes, mayo 04, 2010

Conversos


El látigo de los conversos

desgarra la carne a los hechos

Extasiados, blanden, brindan

su verdad hecha jirones

sábado, mayo 01, 2010

Progreso

Y a partir de ahora, gracias a la agilización implantada por el nuevo sistema, le será posible cobrar la prestación de desempleo cómodamente desde su lugar de trabajo.